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Nonsense

Producción del Sindicato de Maravillas, en coproducción con Sala Verdi (Uruguay) y Santiago Off (Chile) 

“No hay nada”, dijo la primera persona en la más profunda oscuridad. “Busca más”, dijo la segunda persona. La primera persona buscó sin poder ver nada, tanteó con sus manos lo que había en esa pequeña cueva. “Tiene que haber un agujero”, dijo la segunda persona. Pero no había nada. No había agujero, no había otra dimensión, no había ningún país de las maravillas, ni flores que cantan, ni tazas de té. Nada. Solo una niña helada, tirada en el piso, con el pelo mojado y los ojos abiertos mirando a la nada. “Hay una niña muerta. Es ella, es Alicia”, dijo la primera persona. Después de esas palabras vino el silencio. Y las dos personas siguieron adentro de esa madriguera hasta que cayó la noche y todo se puso demasiado oscuro como para caminar de vuelta a casa.

Extracto del texto original de Carla Zuñiga

Una obra original de Carla Zuñiga, inspirada en el universo de Alicia en el País de las Maravillas

Obra de teatro de objetos contemporánea, con dirección y puesta en escena de Luciano Delprato

Sinopsis /

Nonsense es una obra que toma el imaginario de Alicia en el país de las maravillas para desarmarlo desde su raíz: no como un universo de fantasías infantiles, sino como un laberinto delirante donde la maternidad y el paso del tiempo se vuelven motivo de castigo. Aquí, la actriz que interpreta a Alicia desde hace años es “demasiado vieja” para seguir siendo niña y “demasiado madre” para seguir siendo actriz. Ese doble exceso, que la industria escénica sanciona, se transforma en el agujero negro que da inicio a la obra: una caída que ya no le ocurre a una niña, sino a la representación misma de lo femenino. Una road movie por un mundo espectral. Un loop siniestro. Una madriguera sin fondo donde las espectadoras devienen Alicia cayendo por un túnel sin fin, bajo la constante amenaza de terminar siendo decapitadas.

Comentario de Carla Zuñiga

(autora)

La estructura del relato se construye como una road movie pesadillesca, una travesía fragmentada en episodios donde la protagonista busca a su hija, también llamada Alicia, desaparecida en el bosque. Cada encuentro, el conejo despellejado, las puertas parlantes, la oruga drogada, el gato filosófico, el té interminable, el juicio de los naipes, funciona como un loop de números teatrales condenados a repetirse, criaturas obligadas a actuar hasta la muerte. Ese teatro espectral habla del oficio: el cuerpo del intérprete como máquina de repetición; el desgaste; la vejez como amenaza; el cuidado como obstáculo para “seguir siendo útil”. 

La obra revela una maternidad monstruosa, no porque la mujer sea un monstruo, sino porque el sistema la convierte en uno. La madre es culpable antes de hablar, detenida por exceso de amor y de años. En el juicio, la Reina sentencia la cabeza no solo de Alicia, sino de todas las mujeres cuya identidad queda aplastada entre el trabajo y el cuidado. El veredicto final, “cortarle la cabeza”, resuena como condena histórica: cuerpos desaparecidos, repetidamente silenciados, que la obra revive desde lo absurdo. Incluso decapitada, la madre sigue hablando, como si el teatro fuera el último lugar donde la voz resiste al sinsentido social.

Nonsense transforma el fantástico en político, el juego en trauma, el absurdo en evidencia. Bajo el disfraz de Lewis Carroll, aparece un submundo que es el nuestro: una sociedad que exige juventud eterna, productividad constante y maternidades heroicas pero invisibles. La obra convierte la caída por el agujero en un viaje hacia la verdad: el sin sentido no está en el País de las Maravillas, está en el mundo que la produce.

Propuesta artística /

Inspirándose en el universo y la estética de Tadeuz Kantor, los Quay Brothers y el Periférico de Objetos, Nonsense busca la creación de un nuevo lenguaje escénico, que ponga en extrema tensión la etérea intangibilidad de la literatura con la contundencia material del teatro de objetos e imágenes. Una road movie al otro lado de las cosas. Un breve párrafo de un manual de fantasía empírica inexistente. Una enciclopedia de lo imposible.

1. “Articulo 42: las personas que más de dos kilómetros miden, abandonad la sala": lo siniestro.  Objetos cotidianos, extraídos del mundo del comercio y el consumo, se contextualizan para revelarse perturbadores y polisémicos. Cuerpos de animales, cuchillos o sombreros, se expresan sobre el escenario, en agencia de los manipuladores, de una manera novedosa e inquietante, a veces divertida, otras ominosa, la más de las veces fantástica y aterradora.

2. “En qué se parecen un cuervo y un escritorio?”: objetualidad, manipulación y realización en tiempo vivo. La obra trabaja con muñecos de manipulación directa estilo bunraku. Los muñecos serán construidos en vivo, en escena, por los manipuladores, a partir de diferentes materialidades y objetos comerciales, tales como desperdicios, comida chatarra, materiales de construcción, cadáveres de animales de consumo. De este modo la escena no solo es espacio de ensoñación siniestra, sino también mundo mutante.

3. “¡Que le corten la cabeza!”: El Teatro de la Muerte, Kantor y la tensión sujeto/objeto. El trabajo con objetos y muñecos de referencia antropomórfica como un recurso para la representación de lo imposible (La locura, la muerte, la sexualidad y otros misterios escatologicos) sobre el escenario. Los cuerpos que actúan por momentos se vuelven cosas, y las cosas a su vez adquieren un aura sagrada. El espacio y hasta el texto desarrollan su condición objetual, se vuelven herramienta, proyectil, totem.

4. “He visto gatos sin sonrisa pero nunca una sonrisa sin gato”: el teatro de imagen y su intrínseca teatralidad. Frente a la tendencia logocéntrica que instala una escena hiposensual donde los cuerpos se someten a los textos, el teatro de imagen propone el desarrollo de una dramaturgia de escena que dialoga en pie de igualdad con la literatura, intensificando las potencias teatrales de ambos mundos. La obra indaga esa zona híbrida, ese punto de potencia donde la literatura se expande y las imágenes se convierten en materia. 

Comentario de Luciano Delprato

(director)

Mi padre era artista plástico, pintaba al óleo. Desde niño viví rodeado de imágenes. De ahí que mi entrada al mundo del teatro haya sido el mundo visual, los muñecos y marionetas, su construcción artesanal  y posterior animación escénica. Luego me fui acercando a otras facetas de lo teatral,  enamorándome de su literatura y sobre todo de su disciplina más específica, fascinante y misteriosa, la actuación.  Pero mi amor por los objetos y su extraña naturaleza, su elocuente silencio y su oscura poética nunca abandonó mi horizonte de interés. El mundo de Alicia y Carrol, con sus animales parlantes y absurdos, sus juegos de lógica, incluso con los ribetes siniestros de las sospechas que se ciernen sobre la relación entre la niña Lidell y su profesor de matemática, me parecieron el territorio ideal para regresar plenamente a esta zona germinal de mi recorrido teatral. En un mundo donde la imaginación parece estar siendo secuestrada por la tecnología, abandonando las infancias a la hipnosis de las pantallas alimentadas por la inteligencia artificial, el País fantástico y perturbador de Las Maravillas, puede ser una república insurgente a la tiranía de las estadísticas.  En el borde del fin del mundo, cuando todo parece haber perdido el sentido, quizás sea más urgente que nunca que nos inventemos alguno. Tanto como que las cosas (y pienso yo que quizás también la gente) no poseen un alma; y justamente por eso, es necesario volver a animarlas, ofrecerles el ánima que necesitan para estar realmente vivas, para rebelarse contra la anomia y el apocalipsis.    

Equipo de trabajo /

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